En esta entrada veremos cómo páginas dedicadas a la producción de desinformación y bulos se ven muy beneficiadas por el sistema publicitario de Google.
El ejercicio del periodismo cambió con la llegada de Internet. Atrás quedan esos años donde el consumo de noticias se realizaba en formato papel. Hoy en día, más del 60% del público consume noticias a través de Internet. Esto ha propiciado que diversas páginas vean un negocio en este ámbito gracias a la publicidad de Google. Son las páginas que producen contenido falso o bulos.
En ocasiones, esta problemática va de la mano con el creciente intrusismo laboral que sufre la profesión. Un ejemplo muy claro es el medio Digital Sevilla, dirigido por Luis Domínguez Villadiego, un informático autodidacta que no posee ninguna licenciatura en el ámbito de la comunicación. Este medio digital, por increíble que suene, ya supera en tráfico a medios tradicionales como Diario de Sevilla. En una entrevista a El País, Villadiego reconocía que trabaja desde casa con la ayuda de solamente una docena de voluntarios, casi todos estudiantes de periodismo sin remuneración. ¿Cómo puede lograr esos datos con tan pocos recursos?
¿Cómo funciona la publicidad?
Para explicar este fenómeno, debemos mencionar la publicidad automática por Internet, un negocio que beneficia al contenido sesgado y/o desinformador. El proceso es el siguiente: los anunciantes venden sus anuncios a Google, que a su vez los coloca en los distintos sitios web mediante su programa Display Network o Google AdWords. Una vez ahí, la publicidad generará más o menos beneficios en función de la gente que llegue a dicha web. Es aquí cuando este tipo de medios colocan titulares tendenciosos para lograr más visitas en sus noticias. Esta práctica se conoce como ‘clickbait’.
Como resultado, diversas páginas se están lucrando, ahora mismo, mientras lees este artículo, por publicar contenido falso. Pese a que Google ha anunciado innumerables veces que trabaja en un rediseño del algoritmo para detectar contenido falso o tendencioso, lo cierto es que la problemática continúa vigente hasta la fecha.
Realizando una búsqueda en el portal Similarweb, podemos consultar el tráfico y la audiencia de prácticamente cualquier medio de Internet. OK Diario ocupa la posición 1499 del ránking global, mientras que en el nacional se aúpa hasta la posición 43. Otro caso que llama la atención es el de Periodista Digital, posicionándose en el puesto 3180 del ránking global y en el 66 del ránking español. Por otro lado, llama la atención los descensos de Mediterráneo Digital y, sobre todo, de Digital Sevilla, bajando al puesto 111.776 del ránking global y, en el caso del español, hasta la posición 2926. El descenso de El Mediterráneo Digital se puede explicar por el retiro de campañas publicitarias por parte de varias empresas debido a la publicación, hace un par de años, de un artículo titulado “por qué las feministas son más feas que las mujeres normales”.
Responsabilidades periodística y ciudadana
Ante este panorama, el periodismo riguroso debe luchar contra este tipo de medios digitales que buscan el beneficio económico, incluso cuando ello conlleve la publicación de información falsa. Pese a que la creencia popular que se jacta de decir que cualquiera puede hacer periodismo, lo cierto es que no es verdad. El periodista posee una formación que le permite discernir entre lo que es verdad o falso por medio de diferentes herramientas como la contrastación de noticias y fuentes. Además, no debemos olvidar el componente ético y moral que se imparte en las facultades de periodismo, y que enseñan a ejercer el oficio con una ética profesional basada en la responsabilidad y en la búsqueda de la verdad a toda costa.
Por otro lado, el ciudadano consumidor de información debe también poner de su parte, pues debe siempre poner en duda cualquier tipo de información antes de tomarla como verdadera. Hoy en día existen portales como maldito bulo que hacen más fácil a los lectores el proceso de contrastar noticias. Solo así, este tipo de medios dejarán de lucrarse a costa de la desinformación.