Helena de la Cruz || 17/02/2020

Fake news, noticias falsas o desinformación

No pocos son los medios que están apareciendo en nuestro país en pro de la lucha contra este mal que nos acontece, pero ¿sabes cómo se fabrican las noticias falsas?

Lejos de lo que la reina

de los géneros periodísticos ―la noticia― tiene como principal objetivo ―la
verdad― la desinformación busca, ante todo, el impacto. A raíz de aquí, se
desglosan una serie de requisitos que deslegitiman el arte del periodismo.

Nosotros o ellos. No hay
término medio. La desinformación polariza, distingue y separa apelando a los
sentimientos y a las emociones. Quieren que te asustes, te indignes o te
sorprendas, de este modo actuarás, o no, sintiéndote importante por ser capaz
de ir, supuestamente, por delante del sistema.

Los hechos, si no se muestran,
mejor. Esto hace que de algún modo se llegue a “legitimar” las noticias falsas,
haciendo de cualquier tema algo visceral, subyugando la razón a la emoción. La
creación de sistemas cerrados es el mejor modo de llevarlo a cabo. En ellos un
grupo de personas opina de la misma manera, amplificando el mensaje y
excluyendo a todo aquel que no piense de igual forma. Los expertos lo llaman “filtro burbuja” o “guetos
digitales”.

¿Puede haber una
herramienta mejor que Twitter para viralizar cualquier tipo de contenido? La
respuesta, por ahora, es no. Móviles zombies
y granjas de clics, todo vale. Además, hay que tener en cuenta que las noticias
falsas tienen un 70% más de probabilidades de ser retuitedas que las reales,
según la agencia Spinfluence. Inventar problemas y después, ofrecer soluciones
es muy jugoso y atractivo.

Repetir, repetir y
repetir. La repetición hace que ciertas palabras y conceptos queden fijos,
sobre todo acerca de temas polémicos y controvertidos como pueden ser la
inmigración, género, política, salud, alimentación, seguridad, tráfico, alertas
o celebreties. La ecuación se hace
del todo redonda cuando entra en ella la prensa mal preparada.

Llegados a este punto,
los agentes de la desinformación segmentan el público atendiendo a factores
como la demografía, la geografía o el comportamiento. De este modo es mucho más
sencillo encontrar temas de éxito y crear nichos de autoreafirmación. Con tal
inundación de contenido la distracción está asegurada y las informaciones
insignificantes hacen sombra a los problemas realmente importantes.

No hay duda de que hay
pocos sectores que escapen a la trampa de la desinformación, pero con una
mirada crítica y una lectura despierta es posible plantarles cara. La lucha
contra las noticias falsas es tarea de todos.

Helena De la Cruz