Begoña Alhama, Mª Paz Jiménez, Alejandro Martínez y Mamen Montoro
Según la Comisión Europea, la desinformación es aquella “información que es falsa o engañosa y que se publica con la intención de sacar algún beneficio económico o con el objetivo de engañar a la población para sacar una ventaja”. Además, con el surgimiento de las redes sociales, este fenómeno se ha visto aumentado, llegando, incluso, a conseguir que las conductas o decisiones de las personas que consuman noticias falsas (conocidas también como fake news) se vean modificadas. Este es el principal motivo por el que, en “procesos democráticos”, la desinformación ocupa un papel protagonista. Por tanto, y siguiendo el ejemplo anteriormente mencionado, las fake news podrían llegar a convertirse en una herramienta de manipulación muy poderosa en tiempos de elecciones o crisis.
De hecho, y en relación con el momento que el país y el mundo está viviendo, las noticias falsas que giran en torno a la crisis del COVID-19 están a la orden del día. Una de las páginas de verificación más conocidas nacionalmente, como es Maldita, recibe miles de consultas diariamente sobre bulos que circulan sobre el virus a través de cadenas de Whatsapps y demás redes sociales. Concretamente, en apenas tres meses, desde que se conoció el primer infectado en España, han desmentido más de 400 noticias, audios, y, en general, contenido que se ha difundido a través de las redes sociales para, en muchos casos, favorecer a ciertos partidos políticos y sus acciones.
Todo esto hay que entenderlo en un contexto de posverdad que, según la RAE, es la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Es decir, es este contexto de posverdad el que provoca que la objetividad y veracidad de la información quede en un segundo plano por la apelación a las emociones o por nuestras propias creencias personales cuando queremos remodelar la opinión pública. Este fenómeno atenta directamente al derecho de todo ciudadano a informarse a través de una información de calidad y, por tanto, al periodismo riguroso y objetivo.
Fake news y economía
Pero ¿por qué se crean las fake news? Aparte de por un factor puramente ideológico y la búsqueda de la manipulación de la opinión pública, una de las principales causas por las que se crean estas noticias son los motivos económicos. Para desarrollar esto, debemos hacer referencia al concepto de clickbait, conocido también como “cebo de clicks”. Esta actividad consiste en ofrecer un reclamo lo suficientemente llamativo para que el usuario sienta el impulso de hacer clic, es decir, mientras más número de visitas reciba el contenido, y por tanto la publicidad que lleva asociado, más ingresos. Por tanto, esta técnica se ha convertido en un peligro para el periodismo y para la ciudadanía, en general, ya que su objetivo no es el de aportar información rigurosa y veraz, sino que se ocupa de resultar lo bastante morbosa para recibir un mayor número de clicks, independientemente de si su contenido resulta ser engañoso o no.
Las fake news se han introducido en el campo de la publicidad gracias a las visitas y a la viralización que consiguen. Se aprovechan de la monetización que aporta Google Adsense a cambio de meter publicidad en aquellas páginas que generan contenido. Por ejemplo, un sitio web dedicado a ofrecer dietas milagrosas puede aportar al creador una cantidad de casi 4.000 euros por 500.000 visitas, según el generador de estimación de ingresos anuales de Adsense. “Un estudio reciente de la plataforma especializada en publicidad programática BrightRoll, que ha citado la experta en contenidos y desarrollo de negocios, señala que el <<96% de los anunciantes admite su inquietud por la creciente pujanza de las fake news en el campo de la publicidad>>”, según publica el diario El Mundo.
Los datos sobre credibilidad de la información
Según un estudio de Statista, la población española es una de las que más dificultades encuentran a la hora de distinguir entre información veraz o falsa en Internet, concretamente por debajo de países como: Brasil, Grecia y Francia. El informe, realizado en 2017, explica que a un 84% de los españoles encuestados les preocupa la existencia de fake news, de los que un 54% están muy de acuerdo con la afirmación “Me preocupa la distinción entre lo verdadero y falso en internet” y el 30% está relativamente de acuerdo.
En cuanto a la lealtad que los lectores depositan a la hora de informarse, ya sea a través de plataformas online (motores de búsqueda y redes sociales) o a través del periodismo riguroso y tradicional, otro estudio, también de Statista, ha comprobado cómo la confianza de la población en el periodismo de calidad ha subido en los últimos años, al contrario que en las plataformas, anteriormente citadas, por “el miedo a las fake news tan frecuentes en Internet”. La confianza en periódicos, radio y televisión ha aumentado en cinco puntos desde 2012 hasta 2018, sin embargo, en las plataformas online se ha visto reducida en dos puntos.